Magos y pastores. Ángeles y estrellas los guiaron desde el cielo para encontrarse, aquí en la tierra, con un Dios recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre... Este blog pretende ser una mochila para el camino. Una mochila con cosas buenas para el peregrino, para acompañarle en su andar hacia el encuentro con el Creador que, bajado del cielo, ha decidido conocer su Creación desde los ojos tiernos de un niño.
Guía del camino para magos y pastores
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Fotografía de Andrés Marote, 2015.
Yo también vengo de muy lejos
Yo
también vengo de muy lejos. Como los magos, que venían de más allá del
horizonte.
Yo
también vengo de muy lejos, y podría no entender lo que voy a encontrar en
Belén.
Vengo
de un sitio muy lejano. En el sitio del que yo vengo, hace mucho frío. Allí me
siento muy solo. El viento azota los tejados con su manotazo de hielo, y la
noche esconde todas las cosas.
Muchas
veces miré al cielo, y vi la esperanza brillar en las estrellas. Pero no supe
salir a caminar. Me quedé encerrado, y las paredes de mi casa se hicieron cada
vez más grandes, y las ventanas más pequeñas.
Muchas
otras veces creí salir a caminar, en pos de la estrella que me ofrecía su guía.
Pero rápidamente me olvidaba de la estrella y caminaba mirando las sombras en
el suelo y, cuando caía en la cuenta, había caminado en círculos y aún estaba
en casa. Y volvía a encerrarme.
Quiero
creer que esta es la noche en que por fin he salido rumbo a Belén. Espero no
despertar mañana en el umbral de mi casa. Espero que el sol me sorprenda
caminando muy, muy lejos.
La
estrella siempre brilla en lo alto. Es uno el que se olvida de mirar.
En
cierta ocasión Dios sacó a Abraham de donde estaba, y lo puso a mirar las
estrellas. Y le enseñó que en el firmamento, en medio de todas esas estrellas,
duermen nuestros sueños; esperando a ser cumplidos.
Dios
viaja en tienda de campaña. Eso es algo que he aprendido últimamente. Dios no
vive encerrado entre cuatro paredes; Dios viaja en tienda de campaña, pues su
templo es toda persona que se atreve a caminar. Y Dios siempre camina con ella.
Como
Abraham, y como los magos, yo quiero atreverme a levantar la vista y mirar al
firmamento; y reconocer mis sueños en las estrellas. Y salir a caminar en pos
de ellos.
Dios
viaja en tienda de campaña.
Yo
también vengo de muy lejos.
He
caminado muchísimo, y aún no he llegado a Belén. Algunas veces hubo un sendero
bajo mis pies; muchas otras, mis pasos fueron mi único camino.
Me
he dado cuenta de que, cuando caminas, nunca vas solo. Aunque camines largas
jornadas en aparente soledad, siempre descubres al final del día que no eres el
único mago que ha dejado su tierra atrás; muchos magos han visto también la
estrella, desde sitios muy distantes, y echaron a andar. Tarde o temprano nos encontramos.
Tarde o temprano descubrimos que, aún cuando venimos de sitios tan distintos –y
tan distantes-, es al mismo Niño que buscamos.
Por
eso he aprendido que cada vez que te encuentro en el camino, necesitas mi
sonrisa y mi abrazo. Lo mismo que yo necesito de ti.
Yo
también vengo de muy lejos… Y también, como tú, no tengo la menor idea de lo
que voy a hallar en Belén. Dicen que es un niño pequeño, envuelto en pañales y
acostado en un pesebre.
Dicen
que tiene frío, como yo.
No
necesito saber lo que hallaré. No necesito saber qué voy a hallar cuando te
busco, mi Señor. Si lo supiera, entonces no sabría donde buscar; o buscaría en
el sitio equivocado, pues ya creería saber lo que voy a encontrar. No. Yo no
necesito saber qué me vas a dar, mi Dios. Todo lo que quiero es encontrarte
a Ti.
Por
eso, trato de no acercarme a Ti con muchas palabras, ni con muchos libros;
quiero llegar desnudo. Quiero llegar,
mi Jesús, a enamorarme de ti.
Yo
he venido de muy, muy lejos… y cuanto más cerca estoy de Belén, más extraña me
resulta esta nueva tierra en la que estoy caminando. Solo esa estrella, mi esperanza,
me guía en el firmamento. (Y solo lo hace
de noche; de día, disfruto a la luz del sol de la bella compañía de los otros
magos y pastores que he conocido en el camino). La estrella en lo alto del
cielo es ahora lo único que ha quedado del mundo que yo conocía… todo cuanto yo
era, ha quedado reducido a una esperanza en medio de la noche más oscura.
Y
todo lo que ha quedado de mi Dios… ¡es un niño pequeño, envuelto en pañales,
dormido en un pesebre!
Y
aunque quise entrar en silencio, tratando de no despertarte… no pude evitar notar, mi Jesús, que mientras
dormías… sonreías.
Mateo 2, 1-12
Génesis 15, 5
2 Samuel 7, 6-7
Pinturas:
Gorrión. Ana Trejos. Óleo sobre
lienzo. 2005.
El
Pardo.
Ana Trejos. Óleo sobre lienzo. 2005.
Bocetos de Ana Trejos, en algún
sitio del Camino de Santiago. 2009.
Fotografías de Ana Trejos, en
algún sitio del Camino de Santiago. 2011.
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